"Construyamos con amor. Al odio que algunos quisieron derramar sobre nosotros, respondamos con amor. No hay mejores batallas que las que se ganan con el corazón." Cristina Fernández de Kirchner

viernes, 26 de agosto de 2011

Sub versión


Son setentistas. Viven hablando del pasado. Tergiversan la historia, la cuentan a su manera, reivindican unos personajes, ocultan otros. Discuten sobre cosas que ya sucedieron, que no vale la pena volver a recordar.


Mezcle esas frases, barnícelas con un par de “acusaciones” que van desde “trabajar en el Estado” hasta “no hacer la revolución como los militantes de los setenta” (pasando por “ser setentistas”, nótese la paradoja) y recíbase de analista político sobre La Cámpora del mainstream.


Es La Cámpora la que habla del pasado, se infiere, por el nombre de su agrupación. Es el Gobierno el que habla del pasado, se supone, por volver sobre las heridas del pasado que no habían cerrado, por buscar cerrarlas con Justicia. Por creer que para hablar del presente y del futuro, había que saldar esa deuda. Cuando dejamos de hablar del pasado, cuando seguimos adelante con esos juicios, pero ahora con los pies en el presente y los ojos en el futuro, aparecen los nostálgicos del pasado. Las fichitas pesadas de este juego, las que no quieren mover al casillero siguiente, las que a pesar nuestro nos obligan a volver a discutir el pasado. Y no son, ojalá lo fueran, intelectuales de los márgenes de la discusión. Es el mismísimo ex-presidente Eduardo Duhalde, el que hace un par de días nomás, quedaba tercero – aunque lejos del primer lugar – en las elecciones, el que escupía la frase: “cuando veo flamear las banderas subversivas no veo al peronismo”.


Banderas subversivas.


Es difícil no caer en la tentación, es un desafío enorme no darse vuelta cuando te toca la espalda el fantasma de los nostálgicos. ¿Vale la pena la discusión?, ¿cuántos, como Duhalde, todavía piensan en términos de “subversión”? Las urnas dicen que bastante menos de lo que parece.


La tarea es no caer en la trampa de los que quieren retroceder a los casilleros de los debates saldados. Es una buena época esta por la posibilidad de darnos debates nuevos. Porque estos debates nuevos tienen su condición de posibilidad ahí donde las discusiones anteriores, si necesarias, están siendo resueltas en el mínimo común denominador compartido por la mayoría de la sociedad: donde el Estado cometió un delito, la obligación es sancionar a sus responsables. Luego podrán venir las interpretaciones, respetables todas ellas. Respetables en la medida en que sus emisores estén de acuerdo en condenar la salvaje represión de un Estado. Las otras interpretaciones, las sub-versiones, versiones menores que consisten en seguir responsabilizando a las víctimas de un crimen por los crímenes cometidos, siguen siendo minoritarias. Ganar un debate cultural es establecer un piso común de acuerdos: ya no hay demasiados, en la Argentina, que sigan comprando sub-versiones.


El desafío sobre el presente y sobre el futuro es tan grande, los debates que nos faltan son tantos, que habrá que evaluar costos y beneficios de responder a una polémica estéril, un manotazo de ahogado que busca construir un salvavidas de resentimiento y nostalgia. Paradójico, viniendo de un ex-bañero. Quien debería saber que, a la larga, semejantes materiales no flotan.


Acá no hay nadie dispuesto a hundir el potencial transformador de esta época en una discusión falsa que ya hemos saldado. 


http://www.lacampora.org/2011/08/23/sub-version/

No hay comentarios:

Publicar un comentario