"Construyamos con amor. Al odio que algunos quisieron derramar sobre nosotros, respondamos con amor. No hay mejores batallas que las que se ganan con el corazón." Cristina Fernández de Kirchner

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Un héroe de la tele más

En una nota de opinión publicada en el diario independiente perteneciente al Grupo Clarín, el piloto y cineasta Enrique Piñeyro, haciendo uso de una enorme ironía, propone cambiarle el nombre a La
Cámpora por La López Rega, por la decisión del Gobierno de que los trabajadores de control aéreo vuelvan a pasar al ámbito de la fuerza aérea.

De todas las cosas que dice Piñeyro en la nota, con su habitual humildad para expresar sus ideas, lo más interesante es todo aquello que no dice. Era un poco cantado que, ante el menor cambio en la cuestión aérea, el bueno de Enrique comenzara un tour por cuanta cámara de televisión se prendiera. Es como si hubiera un paro de trenes y no llamaran al experto ferroviario, Fernando Pino Solanas. O como si hubiera una pelea mediática y no convocaran a Jacobo Winograd. Seguramente, entre tanto ajetreo mediático, a Piñeyro se le olvidaron algunas cosas, habrá escrito la nota tarde, de noche, en su Mac.

Se le olvida, que casualidad justo en el medio donde nunca salió la novedad, que Aerolíneas Argentinas es considerada una de las empresas más seguras. Es un detalle, muy menor, sobre todo para un piloto. Sobre todo para un piloto que no se cansa de repetir que “fue sindicalista” (como su héroe y padre espiritual).
Pequeño detalle, se olvidó Enrique.

Seguramente escribió la nota tarde, de noche, mientras se miraba en el espejo y ensayaba caras perspicaces. No sólo se le pasó otro detalle, sino que lo tergiversó.  Habría que avisarle, si alguien se para en la puerta de algún canal de televisión seguro que lo encuentra (es uno que mira desde arriba y lleva sus verdades absolutas como puños), la seguridad aérea continúa dependiendo de la ANAC, es decir bajo control civil, y que son los operadores quienes pasan bajo el control de la Fuerza Aérea. Dice que a través del decreto del Poder Ejecutivo, mágicamente, ahora los brigadieres volverán a quedarse con las tasas aeronáuticas. La aviación civil, a pesar de lo que diga o le hayan hecho decir a Piñeyro, continúa bajo control civil. Le recordamos un pequeño detalle más, que diferencia a la Fuerza Aérea de la democracia de aquella de la dictadura tanto como se diferencia a López Rega de La Cámpora: en esta democracia, a las Fuerzas Armadas las conduce un gobierno civil electo por la voluntad popular. Detalle menor, que nos costó miles de vidas. Pero en el mundo Piñeyro solo hay lugar para Piñeyro.

Tipo olvidadizo, Enrique, como olvidó durante diez años decir algo de las gestiones privadas de Aerolíneas. Eran tiempos difíciles, es cierto, donde filmar películas era complejo, y todos sabemos que una denuncia que no tiene su película no sólo es poco efectiva, sino que tampoco genera ingresos. ¿Por qué iba Piñeyro a opinar sobre la desastrosa gestión privada?, ¿por qué no se iba a escuchar su voz respecto a los avances en políticas de derechos humanos, de redistribución de la riqueza, de recuperación del patrimonio nacional? Simplemente por el diagnóstico respecto de los males del país, que por suerte comparte con el medio donde publicó su nota y que dice así: (textual)

“Acá hay un grandísimo responsable de todo esto que es el peronismo. Yo, como votante, quiero una explicación, una autocrítica y quiero que me digan quiénes son. ¿Son los que privatizaron, son los que reestatizan, o son los que eran estatistas antes? No puede ser que un partido haga estas cosas, porque un partido tiene un staff, y después cambia su dirigencia y varía su política 180 grados. Quiero que me expliquen qué clase de ideología está defendiendo un partido así. La verdad que no se entiende. Yo quiero algo más que las tibias autocríticas que empezaron por ahí”.

Por suerte a veces Piñeyro tiene arrebatos de memoria, como cuando criticó la ley de estatización de Aerolíneas Argentinas a la que calificó de “decepcionante” porque no tocó “ningún punto sensible”.

Se ve que tampoco tuvo tiempo ni la venia de Clarín, en ese momento, para escribir alguna nota sobre la diferencia entre recuperar una línea de bandera que garantice la conectividad de los argentinos y haber entregado a la competencia las rutas y el patrimonio de la empresa.

Las torres de marfil no sólo albergan en su interior académicos que viven alejados del mundo, sino también una serie de expertos en determinados temas. Expertos que cuando se los convoca a sentarse sobre una silla para intervenir en la gestión de la cosa pública, huyen despavoridos por temor a mancharse. Por temor a perder el cómodo e intrascedente oficio de decir lo que hay que hacer sin movilizar los recursos necesarios para hacerlo. En 2003 recuperamos la política discusión política y, le guste a quien le guste, las disputas se
resuelven allí: ni en el cine, ni en la tele, ni en las columnas del Grupo Clarín.

PD: Lo de Mercedes Moran era innecesario.

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